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Anexos:
1)Del Técnico y sus responsabilidades
2) De los jugadores y sus culpas.
Estudiantes de La Plata, reza el cuello de la casaca, evocando la docencia del peso de los bastones albirrojos y el dorado de las letras que reflejan su historia. Los siglos pasaran, las vitrinas serán empolvadas a veces, relucidas después, pero nadie borrará lo que ya está escrito. Los títulos viven en la memoria de los hinchas, incluso de los que dejaron este mundo. El orgullo es tangible por cada rincón de pasto del Country Club.
Estos últimos cinco años de Estudiantes fueron dignos de quedar guardados, de coleccionar revistas y posters, de guardar partidos grabados para recordar en la posteridad. Desde la vuelta de Juan Sebastián Verón al club, los proyectos fueron consolidándose hasta consagrar jugadores y nuevas alegrías. También hubo tiempos algo opacos, de los que se sobrevivío reinventándose. Pero cierto que es que, para estos jugadores, y estos hinchas del último lustro, el panorama nunca había sido tan oscuro y desalentador.
1) Del Técnico y sus responsabilidades;
Miguel Ángel Russo es el técnico idóneo para el club. Al menos lo era en el último mercado de entrenadores. Caído Simeone, Sabella imposible, ¿Quién otro mejor que él para esta transición? Hombre de la casa, de trayectoria, con títulos en el lomo. Entonces, de nuevo: si algún otro nombre tenía y tiene más coherencia que el de Russo, la dirigencia desconoce el fútbol en su total esencia.
No obstante, con los refuerzos solicitados en el Country (quedará, sí , la mancha José Sosa) el entrenador debía aceitar las piezas, implementar una idea, revitalizar la confianza e imprimir, a este grupo de jugadores campeones hace menos de un año, el fuego sagrado de la casa. Berizzo había dejado apenas un mal semestre y Luis Suarez algunos chicos fogueados. De todos ellos, Russo sólo utilizó uno, a Carrillo, para su primer partido en Rosario.
Estudiantes hoy no juega a nada. No hay destellos de buen fútbol ni de patrón de juego. El plantel entró en un laberinto cuando Alejandro forzó su propia salida. No hay sorpresa ni dinamismo. El equipo está lento, largo y sólo se une con pelotazos desde la defensa. Cierto que es que las lesiones han jugado alguna que otra mala pasada, pero desde el banco no se dan señales de un golpe anímico.
Y quizá, finalmente y a su vez, en concordancia con el anterior punto, el mayor déficit del DT es el manejo de los cambios. Lento, inocente, sumiso y por demás curioso. Nunca un cambio de Miguel resultó efectivo desde su vuelta al club. Ninguno respondió a la lógica de nombre y momento a su misma vez. Volantes cuando deben ingresar delanteros, nombres por nombres de jugadores que rendían bien, falta de claridad en las indicaciones, son sin dudas los fallos más palpables al hincha de este nuevo cuerpo técnico. Por lo que es y su espalda, de todas formas, Russo tiene crédito. Aunque el hincha, algo desencantado, ya perdió casi toda su fe de festejar un titulo este semestre.
2) De los Jugadores y sus culpas;
El punto más sensible de tocar. Porqué es el más confuso, por ende, el más propicio al error y a herir susceptibilidades (quizá la ventaja de lo ignoto de este blog proporcione muchas más libertades) de consagrados no fieles a estos desventurados pasos. Equivoca el discurso (como las decisiones en la cancha) Cellay cuando explica el mal momento desde el planteo de los rivales. En el fútbol te pueden ganar de muchas formas, a la contra o como el Barcelona, pero para contrarrestarlo, el propio equipo tiene que hacer las cosas bien, cuestión que Estudiantes sólo mostró un rato frente a Independiente.
Los refuerzos no enganchan, por más que sean de dilatada y probada jerarquía (Villar; González) o de un pasado reciente exitoso en el club (Mismo Cellay, Boselli) y eso se complementa con el bajísimo rendimiento de los que ya pasaron sin gloria y bastante pena el primer semestre. Desábato ( en el segundo gol de Arsenal pierde en la marca ante quien debería ocupar su lugar en la selección, Guillermo Burdisso) está lejos de mostrar el nivel que lo supo consagrar y en contraparte, parece haber entrado en una cuesta decreciente de rendimiento que parece tener el destino final que tuvo otro legendario como Agustín Alayes. Ré, soldado en cualquier batalla, hoy no es seguro, ni en defensa, ni en ataque, ni en ninguna faceta que tenga que ver con el fútbol. Ausente Braña, en bastante sintonía Verón, Matías Sanchez intenta mezclar un poco de ambos y no recuerda al medio cuarto de ninguno. Sólo Iberbia y Carbonero salvan la media general de un equipo que curiosamente en simpatía con el color del colombiano, se asemeja a una sombra. Si hasta la Gata Fernández, jugador valioso si los hay, pecó ante Arsenal de individualista, como si el sólo pudiese sobresalir.
El Chino Benitez muere en medias tintas de irregularidades, con buenos pases y equivocar los caminos. Boselli y sus goles malogrados merece un libro aparte.
En este plantel hay nombres que para siempre quedaran guardados en la memoria, en la buena historia del club pincharrata. Pero hoy, este León deslucido, desmotivado, desganado, se arrastra por la cancha. Y a diferencia de cuando ganaron la copa, hoy también se asemejan a un equipo inmortal. O tal vez, mejor dicho, a un equipo sin alma.